El novato esquinero de los Minnesota Vikings, Khyree Jackson, junto con dos ex jugadores de fútbol americano universitario, perdieron trágicamente sus vidas en un accidente automovilístico durante la noche. El incidente, que tuvo lugar en el condado de Prince George, resultó en la muerte prematura de Jackson a la temprana edad de 24 años. Isaiah Hazel y Anthony Lytton Jr., ambos ex compañeros de equipo de Jackson en la escuela secundaria, también fueron víctimas de este fatal choque.
Hazel, de 23 años, había jugado en Maryland y Charlotte, mientras que Lytton, de 24 años, tenía experiencia en fútbol de Florida State y Penn State. Informes de la Policía del Estado de Maryland indican que Hazel conducía un Dodge Charger con Jackson como pasajero, cuando su vehículo fue impactado por un Infiniti Q50 que intentaba cambiar de carril a alta velocidad. El impacto causó que el Charger se saliera de la carretera y chocara contra varios troncos de árboles, resultando en lesiones fatales para Jackson y Hazel. Lytton, quien también estaba en el vehículo, fue llevado de urgencia al hospital, donde más tarde fue declarado muerto por el personal médico.
Afortunadamente, los ocupantes de los otros vehículos involucrados en el accidente resultaron ilesos. Las autoridades sospechan que el alcohol pudo haber jugado un papel en el trágico accidente, y las investigaciones pendientes probablemente arrojarán más luz sobre las circunstancias que llevaron al choque.
En medio de este devastador evento, la comunidad del fútbol americano se ha unido para lamentar la pérdida de estos prometedores atletas jóvenes y ofrecer sus condolencias a las familias y amigos afectados por esta tragedia. El viaje de Khyree Jackson desde la escuela secundaria hasta el draft de la NFL estuvo marcado por la resiliencia y la determinación. A pesar de enfrentar desafíos y contratiempos en el camino, Jackson permaneció firme en la búsqueda de sus sueños futbolísticos. Sus entrenadores y compañeros de equipo lo recuerdan como una presencia vibrante y entusiasta, cuya pasión por el juego y compromiso con el crecimiento personal dejaron un impacto duradero en quienes lo rodeaban.
La repentina partida de Khyree Jackson, junto con sus compañeros atletas, sirve como un recordatorio contundente de la fragilidad de la vida y la imprevisibilidad del destino. Su pérdida deja un vacío en los corazones de quienes los conocieron y admiraron, pero su memoria y legado perdurarán como un testimonio de su espíritu indomable y determinación inquebrantable.
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