El mundo del boxeo está en plena controversia tras la decisión de la Federación Internacional de Boxeo (IBF) de exigir que Artur Beterbiev, el campeón indiscutido de peso semipesado, defienda su título contra Michael Eifert, un contendiente relativamente desconocido. El promotor Bob Arum ha criticado abiertamente este requisito, cuestionando la lógica detrás de emparejar a Beterbiev, que cuenta con un impresionante récord de 21-0 con 20 nocauts, contra Eifert, que tiene un historial de 13-1 con apenas cinco nocauts en su haber.
Esta decisión, tomada poco después de la victoria espectacular de Beterbiev sobre Dmitry Bivol, ha levantado cejas y provocado preocupaciones sobre la integridad y la practicidad de las regulaciones en el boxeo. La ira de Arum proviene de lo que él considera una carga injusta para Beterbiev. Después de lograr lo que muchos consideran el pináculo de su carrera, habiendo derrotado a Bivol en un combate que los aficionados calificaron como controvertido, parece contraintuitivo que Beterbiev se vea forzado a enfrentarse a un boxeador menos conocido como Eifert.
La premisa de los títulos de boxeo se basa tradicionalmente en la competencia entre campeón y retador, donde la credibilidad de ambos boxeadores contribuye a la relevancia del combate. En este caso, el perfil de Eifert como una «no entidad» arriesga diluir el prestigio del título de la IBF y menoscaba la emoción que rodea el reinado de Beterbiev.
Si bien existe mucha especulación sobre si Beterbiev cumplirá con la orden de la IBF o considerará renunciar al título, el enfoque también se ha centrado en la visión de Arum para futuros enfrentamientos. Él ha enfatizado su deseo de que Beterbiev se enfrente a oponentes de alto perfil que puedan cautivar al público, a saber, Canelo Álvarez, Dmitry Bivol y David Benavidez. Entre estos, un enfrentamiento con Canelo podría destacarse como un evento espectacular que podría generar ingresos sustanciales por pago por evento en los Estados Unidos.
Bivol, aunque es un competidor directo y viene de un reciente encuentro con Beterbiev, podría no ser tan atractivo para los aficionados debido a la naturaleza menos emocionante de su pelea anterior. El ruego de Arum parece resonar con muchos en la comunidad del boxeo que están frustrados con los organismos reguladores que aparentemente priorizan la adherencia a las reglas sobre el valor de entretenimiento y el espíritu competitivo del deporte.
Declaraciones como «Es totalmente una locura» y «cambiar las reglas» subrayan una creciente impaciencia dentro del boxeo respecto a la burocracia que a menudo dictamina el camino de los campeones. Peleas como Beterbiev contra Eifert pueden seguir la letra de la ley, pero no logran entusiasmar a los aficionados o a los atletas ansiosos por combates emocionantes.
Este crítico momento destaca un diálogo en curso sobre cómo debería evolucionar la gobernanza del boxeo para favorecer tanto las carreras de los atletas como la popularidad general del deporte. A medida que se desarrolla el drama en torno a la inminente defensa del título de Beterbiev, se vuelve claro que el espectro de defensas obligatorias contra retadores menos conocidos es un problema sistémico que necesita atención.
La comunidad del boxeo—incluyendo promotores, boxeadores y aficionados—debe abogar por un marco competitivo que valore tanto el legado de los campeones como la emoción de enfrentamientos de alto riesgo. La frustración expresada por Arum podría servir como un catalizador para las reformas necesarias que puedan preservar la integridad y la emoción del deporte, beneficiando en última instancia a todos los involucrados en el ecosistema del boxeo.
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