La anticipada confrontación entre el campeón interino de peso superwelter del CMB, Vergil Ortiz Jr., y la estrella en ascenso Jaron ‘Boots’ Ennis, originalmente programada para el 22 de febrero en Riad, Arabia Saudita, ha sido oficialmente cancelada. Esta cancelación es especialmente decepcionante para los aficionados al boxeo que esperaban con ansias presenciar un choque entre dos de los talentos invictos más brillantes del deporte. Sin embargo, la falta de acuerdo para finalizar este combate plantea preocupantes preguntas sobre las decisiones de gestión, consideraciones de peso y las estrategias que están tomando ambos peleadores.
El corazón del asunto parece girar en torno a la división de peso, como lo detalla el insider del boxeo Dan Rafael. Los informes indican que el equipo de Ennis presionaba por un límite de peso welter de 147 libras, un peso que resultaba insostenible para Ortiz. Esto es significativo porque, si bien pelear en un peso más bajo podría otorgar una ventaja estratégica a Ennis, también pondría en riesgo la fuerza y el rendimiento de Ortiz. Ortiz, con un récord de 22-0 y 21 nocauts, ha demostrado ser un gran exponente en la categoría de peso superwelter, y la idea de forzar su límite para una pelea probablemente levantará cejas entre analistas y fanáticos por igual.
El fracaso en alcanzar un acuerdo pone de relieve las decisiones de Ennis. Después de una actuación que dejó mucho que desear contra Karen Chukhadzhian en noviembre, se podría argumentar que hubiera sido un considerable riesgo para él desafiar a Ortiz, un boxeador conocido por su poder de nocaut y su formidable reputación. El promotor de Ennis, Eddie Hearn, expresó posteriormente una clara intención de mantener a Ennis enfocado en peleas de unificación dentro de la división welter, indicando que este enfrentamiento fallido no era meramente un simple colapso en las negociaciones, sino una decisión estratégica para mantener la trayectoria del campeón.
El colapso de este combate deja a ambos boxeadores en un cierto estado de limbo. Mientras Ortiz parece preparado para pelear el 22 de febrero, aunque contra un oponente aún indeterminado, tras la retirada de Sebastian Fundora, Ennis se encuentra en una encrucijada crucial. La división de peso welter está congestionada con posibles peleas de unificación, y al optar por no arriesgarse frente a Ortiz, Ennis puede estar señalando un deseo de consolidar su posición en lugar de arriesgarlo ante un adversario poderoso.
Además, no se pueden pasar por alto las implicaciones organizativas de tal cancelación. Promotores y aficionados habían invertido tiempo y recursos en lo que se anunciaba como un evento significativo en la creciente escena del boxeo en Arabia Saudita. Promotores como Turki Alalshikh, que buscan establecer a Riad como un centro global para el boxeo, deben ahora actuar rápidamente para reorganizar la cartelera y encontrar un oponente digno para Ortiz.
El fracaso de este compromiso de alto perfil demuestra la compleja relación entre la política del boxeo, la gestión de los peleadores y la naturaleza impredecible de las negociaciones. Aunque este revés es desalentador para los aficionados y los participantes, también es un recordatorio del paisaje volátil del boxeo profesional. Tanto Ortiz como Ennis han mostrado una increíble promesa, y aunque los planes inmediatos puedan haberse desmoronado, las oportunidades para encuentros futuros abundan.
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