El reciente escándalo que involucra a la entrenadora del equipo nacional femenino de Canadá, Bev Priestman, ha levantado cejas y generado debate dentro de la comunidad futbolística. El Comité Olímpico Canadiense (COC) anunció la remoción de Priestman del equipo olímpico por acusaciones de utilizar drones para espiar las sesiones de entrenamiento de los oponentes. La controversia comenzó cuando el primer oponente de Canadá, Nueva Zelanda, presentó una queja ante el Comité Olímpico Internacional después de afirmar que habían volado drones sobre las sesiones de entrenamiento cerradas.
Tras la queja inicial, Canadá Soccer decidió suspender a Priestman por el resto del torneo, lo que llevó a la decisión del COC de removerla del equipo. El asistente del entrenador, Andy Spence, fue designado para dirigir al equipo nacional femenino de fútbol para los partidos restantes de los Juegos Olímpicos de París 2024. Este incidente puso luz sobre un informe de TSN que indicaba que tanto los equipos de fútbol masculino como femenino de Canadá habían estado utilizando drones para grabar las sesiones de entrenamiento cerradas de los oponentes durante varios años, incluido durante el torneo olímpico en el que las mujeres ganaron la medalla de oro en Tokio en 2021.
Como resultado del escándalo, dos miembros del personal, la asistente del entrenador Jasmine Mander y el analista de Canadá Soccer Joseph Lombardi, fueron enviados de regreso a casa desde los Juegos Olímpicos. A pesar de haber ganado su juego inaugural contra Nueva Zelanda, Canadá jugó sin Priestman, quien se alejó del equipo para demostrar responsabilidad. Aunque Priestman negó tener conocimiento del uso de drones, el CEO y secretario general de Canadá Soccer, Kevin Blue, anunció la suspensión de la entrenadora jefe por el resto de los Juegos Olímpicos de París 2024 y hasta la finalización de una revisión externa e independiente.
Este escándalo ha sin duda manchado la reputación del equipo nacional femenino de Canadá. La decisión de sacar a Priestman del equipo olímpico y las subsiguientes suspensiones reflejan la seriedad de las acusaciones. Mientras el equipo continúa compitiendo en los Juegos Olímpicos de París 2024 bajo un nuevo liderazgo, queda por ver cómo navegarán las consecuencias de este escándalo y seguirán adelante en el mundo del fútbol femenino internacional.
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