En un juego reciente contra los Cachorros de Chicago, el cerrador de los Mets de Nueva York, Edwin Díaz, se encontró en apuros después de ser expulsado por tener una sustancia ilegal en su mano de lanzar. El jefe de la tripulación, Vic Carapazza, tomó la decisión antes de que Díaz siquiera tuviera la oportunidad de subirse al montículo en la parte baja de la novena entrada.
Carapazza describió la sustancia como «extremadamente pegajosa» y «descolorida», dejando claro que no era simplemente rosin y sudor, lo cual está permitido. Era evidente que se trataba de algo diferente y en contra de las reglas. Díaz, por otro lado, afirmó su inocencia, asegurando que solo utiliza rosin, sudor y tierra en sus manos para mejorar el agarre. Incluso mencionó que estaba sorprendido por la expulsión porque no tenía nada en su mano, guante o cinturón. Sin embargo, Carapazza confirmó que no había otras sustancias pegajosas en Díaz, reiterando que la presencia de cualquier sustancia extraña en la mano de un jugador es motivo de expulsión.
La Suspensión y las Consecuencias
Como resultado del incidente, Edwin Díaz ahora enfrenta una suspensión de 10 juegos por el uso de una sustancia ilegal. Aunque tiene la opción de apelar, Díaz expresó su decepción por defraudar a sus compañeros de equipo durante un período tan largo. Mientras tanto, el mánager de los Mets, Carlos Mendoza, reconoció la ausencia de Díaz y enfatizó la necesidad de que otros jugadores den un paso al frente en su ausencia. A pesar de los problemas de Díaz esta temporada, los Mets han estado jugando bien, ganando nueve de sus últimos once juegos.
Esta suspensión llega en un momento crítico para los Mets, ya que buscan mantener su impulso y competir por un puesto en los playoffs. El equipo tendrá que depender de otros relevistas para llenar el vacío dejado por Díaz y continuar con su racha de victorias. Díaz tendrá que reflexionar sobre este incidente y trabajar en recuperar la confianza de sus compañeros de equipo y del cuerpo técnico a su regreso de la suspensión. Sirve como recordatorio de que incluso las infracciones más pequeñas pueden tener consecuencias significativas en los deportes profesionales.
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